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Otro sueño de una noche de verano

Me desperté llorando aquella mañana. Fue como una reacción a la realidad. Había sido demasiado hermoso aquel sueño. Y la chica que estaba a mi lado no comprendía nada. Mientras los restos fragmentados de aquellas imágenes aún se guardaban en mí, solo atinaba a responderle, "porque ha sido muy bonito". A ella sinceramente no parecía entusiasmarle la idea. Puede que hasta yo le resultase pueril. Habíamos viajado juntos a aquel lugar y  compartíamos sobre un colchón tendido en el suelo aquella habitación. Nos encontrábamos en Irlanda. En un pueblo de la parte independiente, creo. Y creo que a ella yo de algún modo la quería, como podía quererla por aquel entonces, pero incluso habiéndola querido mejor, si me hubiesen preguntado qué quería más, yo habría respondido aquel sueño.   No se puede explicar muy bien la sensación, no descriptivamente al menos, tan solo recuerdo ya que era yo, ascendiendo a una especie de templo dorado de la mano de una mujer indeterminada y nuest...

Sábanas a la intemperie

Mis padres. Y siempre mis padres. Esos seres a los que extrañaré y ya echo de más por momentos cada noche. Bajo su influjo. Con un extraño amor incondicional que no puedo rebatirme. De algún modo no pude hacer mi vida. Pero qué habría sido hacerla. ¿El sustraerme bajo los lazos de una mujer? Soy hijo único. No habría tenido sentido vivir solo. Por contra ahora ellos están ahí. Cada noche. Cada nuevo viaje que decido emprender a su lado. Mientras la vejez los hunde y yo los observo como un hombre que está en plenas facultades y que al fin al cabo sigue siendo un niño a sus ojos. Él. Formidable a la hora de resolver cuestiones mundanas, oficiales, prácticas, pero un necio a la hora de atender a cualquier sentimiento. Rudo como la piedra. Ella. Introspectiva. De un hermetismo que raya en el pudor. Un océano contenido entre su piel. Y luego estoy yo. Un espectador sufrido. Pasmoso. Que nunca sabe a qué atenerse. Pero qué sé yo de mis padres. Si realmente no los conozco. Si creo que es ...

El apagón

Cuánta resignación y desesperanza. El discurso apocalíptico cala en las gentes de los barrios humildes. Pero ellos ya parecen acabados. “Van a acabar con nosotros, Conchita”… le dice una mujer de cierta edad que se ayuda de un carrito a una joven que la acompaña por la calle. Y ésta le contesta, “pues lo están haciendo muy bien...”. La voz de la mujer se escucha casi como un sollozo. Mientras camina cabizbaja y lentamente con su andador. En el bar que dejo atrás el vocifero de un hombre se encarniza contra otros que están allí pasivamente. Lo escucho al pasar, inevitablemente. “Lo que va a pasar es que van a cerrar todas las empresas y nos vamos a ir a tomar por culo todos”. Y me da tiempo a observarlo. Es un hombre de entrada edad. Pienso en él por un instante, y me digo… -pero señor, usted a estas alturas de la vida ya…-. Vengo de tomar un pequeño almuerzo en una cafetería. He pasado por el bazar chino a comprar unas pilas para la radio. Porque ayer se fue la luz. Y fue un caso de ...

Las cosas que nunca cambian (poesía)

 Las cosas que nunca cambian Un perro que duerme mientras un cigarrillo se consume lentamente entre los dedos de un hombre que escribe Una moto que acelera en la calle en medio de la noche entre el silencio de una ciudad corriente Y siempre algún electrodoméstico y algún chasquido de un hueso acompañando la velada en un hogar incierto Como viento pasan las generaciones como polvo se reducen los ideales y como espigas se peinan los relojes mientras el tiempo corre Somos la risa de unas jóvenes que murmuran entre dientes pequeñas trivialidades que las enrojecen O bien somos la perpetuidad de los mártires que vinimos a este mundo a sollozar sus bienes Sea como sea nunca cambia el ala triste del pájaro que vuela sin conocer sus límites

Interferencias

  Pongamos que siempre escribo estas historias empezando de un modo similar: me levanto… me hinco un par de cigarros… en el borde de la cama… derrumbado. Sí. Casi siempre me levanto así. Y hoy no habría de ser una excepción. El día de hoy, y esta noche en la que escribo ahora, no habrían de serlo. Sin embargo dormí bien, aunque, como digo, ya no sé a qué se debe, si son motivaciones lo que faltan, o ideas, o es algo que va más allá, pero, me cuesta levantarme de la cama, y todo ha ido de un modo regular, corriente, habitual, en el transcurso del día, hasta que, hace escasas horas, se ha topado ante mí y mis padres en la sesión de cine de sábado por la noche, esa película. Marco es un hombre que miente. Que lleva inventando una historia durante más de treinta años. La cual hasta su familia cree. Y esta historia consiste en haberse hecho pasar por un superviviente del Holocausto nazi como prisionero de un campo de concentración. Los engañó a todos. Consiguió con ello ser hasta eleg...

Siete días conmigo

(Los siguientes textos están escritos a modo de diario de un modo un tanto experimental durante el recorrido de siete días) (Domingo)   La mierda que antes parecía enterrada en la divisoria común ahora brota a borbotones por cualquier rincón. La única verdad es aislarse, si no fuera porque uno se cree fuerte. Paladea la nauseabunda palabra de los desquiciados, hártate, ronda el hedor, ellos extienden la putrefacción ansiando que perezcas consigo, siéntete orgulloso de levitar sobre sus cuerpos, no intercedas, después de todo solo eres alguien que pasó.   El mundo entero está desquiciado, solo los niños parecen hablar algo, ese peculiar mecanismo de expresión sincero, mientras las madres selectivamente los contemplan con deleitación. Una pareja de novios ajenos a lo que les rodea gozan sus instantes de ingenuidad. Estoy en un parque. Alguien viene a limpiar una herramienta a la fuente, va vestido con un mono fosforescente. Lo que se oye es un murmullo incesante de coche...