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Mostrando entradas de marzo, 2024

Un paseo rápido por la ciudad

Llega la tarde y el ocaso tiene algo de vencimiento en mis hombros. Llega la hora de dar un paseo y comer algo, y me pongo a pensar en lo que me apetece y lo que me apetece no es práctico, generalmente por estar demasiado concurrido. Me conformaré con el habitual paseo de kebab y café. Las horas en mi casa han discurrido bien, de algún modo fortificándome. Afianzándome en la idea de una soledad asumida. Pero ahora es momento de salir, y volver a recordar lo que afuera hay. Trato de emprender mi paso con seguridad, pero en la primera esquina ya decae. Busco a ese hombre en mí, el que todos llevan, el prototipo, la idea de hombre en sí, y varios conceptos recorren mi mente mientras camino, y rápidamente desaparecen. Me veo mucho más bajito que muchos de los tipos que voy dejando atrás, pero esto no llega a intimidarme. Simplemente imagino cómo debe ser la vida vista desde ahí arriba. Con mayor perspectiva, con mayor manejo tal vez, una idea idiota más. Al no llevar mis gafas solo reconoz

Entre explosiones

El sol y las fiestas lo eclipsan todo. Yo he vivido esto, desde otra vertiente. Recuerdo ser niño y vivir esta inercia tirando petardos, abalanzándome entre las calles, creyendo en la aventura. Lo cierto es que hoy estoy aquí, sentado en un banco, es sábado, y parece otro mundo. Trato de entenderlo, pero no hay manera. Varios ancianos a mi alrededor. Y siempre la misma fiesta. Año tras año. Hay quien cree en ella. "Saludan a las flores, sonríen por que no llores, se visten de maneras, grotescas y altaneras"... escribí alguna vez. Qué somos los valencianos, sino un pegote más, de gente, que adora evadirse. Me dan igual las raíces. Esto no lo son, de cualquier modo. Una niña experimenta con su pedazo de pólvora. No tiene ningún sentido. Las tradiciones se reparten por cada rincón del mundo tratando de demostrar una conjunción entre el ser y la vida. Algo relevante. Aquí las hemos vestido de explosiones y ruido. Tal vez como una sublimación de la guerra. Algo para no olvidar. Un

Algunas cosas sueltas

  Anoche estuve bebiendo. Y en todo esto hay un impedimento. Quiero contar sin decir. Bien, estuve bebiendo. Sin más. Y estuve con un amigo. En un bar. Y cerramos el bar con, cubatas. Y allí estaba ella. Una moza sudamericana. Que cerró el bar aún más tarde que nosotros porque, es amiga del dueño. No me la pude agenciar. Es decir, ni lo intenté. Y lo hubiese deseado. Atraerla, embaucarla, convidarla a mi casa, así, sin más. Y por un momento, noté como ella también lo deseaba. Es decir, yo era el único tipo allí al que ella parecía aspirar. Pero, entonces la escuché reír. Es una nimiedad, pero no me gustó. Supongo que no era ella. Aunque si se presenta algún día la escucharé. Y cederé. Y la haré reír. No sola, como en aquel momento. Sino conmigo. Porque dije algo que le hizo gracia. Nada gracioso, pero ella rio de nuevo. Y esa vez fue más normal. Yo iba borracho. Pero yo nunca voy borracho, ¿entienden? No hay nada que me evada. Y el mundo me parece cada vez más hiriente. Y las personas