Carretera, amor y agua
A María la recogí una mañana con el medio día entrante en el arcén de una carretera. Estaba haciendo autoestop. Yo venía de dar una vuelta y cabe remarcar que no llevaba demasiada gasolina. El sol era intenso, su aspecto casi indigente, vamos a decir casi… Fue un acto reflejo, en la bifurcación que atravesaba un puente me la vi, y dando un ligero volantazo giré hacia esa dirección. Le abrí la puerta, llevaba un mochilón que metimos detrás. Era búlgara y prácticamente no entendía mi idioma. A dónde? Debí preguntarle. Madrid? Farfulló ella… Madrid quedaba realmente lejos desde Valencia pero ese era su objetivo. Bueno, no llevo mucha gasolina pero vamos hasta donde podamos. Sí, sí… afirmaba ella sin yo saber si realmente entendía. Todo el trayecto fue así, yo preguntándole cosas triviales y ella respondiendo con prácticamente monosílabos. Recuerdo su olor a mi lado, era desagradable pero no me afectó lo más mínimo. Su situación era completamente comprensible y lastimosa. A unos cincuent