Veladas necesarias

 Bueno pues aquí estamos, echando la madrugada, después de una borrachera digna, donde uno llega a perderse entre gentes felices mayormente. Pero ya se sabe, es esa clase de felicidad estancada, varada en la barra de un bar. Donde nadie es nada y todos son cobayas. Se grita, se bebe, se come, se está, echando los restos del día, formando una pequeña sociedad que ayuda a los pobres a enmascarar sus carencias. Y yo solo bebía, y comía, y apenas me podía escuchar a mí mismo cuando me daba por hablar, como parte del relleno. Y aquí estamos, como digo, recomponiéndonos, atravesando la madrugada solo para descubrir que el mundo no termina ahí. Hay noche para todos, tanta como cerveza. De ti depende si quieres tomarla o dejar que se desperdicie. Yo me siento cómodo. Ya sé, lo tienes todo, eres joven, tus padres viven, y no tienes que trabajar. Pero también eso es todo, amigo. Toda mi dicha se asienta en esos pilares. Lo que yo encuentro, a parte, en estas noches es algo más que eso. Digamos que es mi triunfo, mi alzamiento por encima de la mugre, a nadie hiero y nadie me hiere, es la asimilación del estado natural de las cosas. Y eso también cuesta su trabajo alcanzar. De todas formas me queda poco tiempo y en breve amanecerá. Volveré a otro bar, esta vez para el desayuno, me mezclaré con los primeros individuos y todo esto que te cuento se volatilizará en segundos. Como el poder de un vampiro al que le roza el sol. Muchos sabios hablan de la soledad, y tienen razón, a medias. Es un estado exótico, te lleva a los confines de la existencia, te prepara para lo inevitable, pero hay que combinarla para poder apreciar su gracia. Pienso en el pescador anciano, en la abuelita que barre, y es romántico. Sin embargo no siempre sucede así. Y a todos se nos puede ir la cabeza un momento dado. No sé cual es mi futuro. Se ve bastante oscuro. Aun así tengo esto, noches de alivio, estancias de regocijo, cigarrillos, mucha coba para darme y un grado de recuperación bastante óptimo. Al ser humano solo hay que dejarlo en paz. Y para hayar su paz a veces debe ser furtivo. Es triste y no es triste que tenga que ser así. Nos morimos, hermano. Simplemente te digo: estate preparado.

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